Miedo mayor

Una sensación de quehacer mal hecho.

Un atisbo de inseguridad.

¿Lo estaré haciendo bien?

¿Me estaré precipitando?

¿Estaré desarmándome en poemas por nada?

Vacilo por todos mis versos

y no consigo techo que me cubra.

Me tiemblan las certezas,

todo se deshace como si nunca hubiese estado allí.

Mi miedo mayor es terminar en un desván

-ahí dónde se guarda todo lo inservible

o la basura que se consume de una vez-


Me palpitan los dedos de nuevo,

para escribir, para narrar mis miedos en un poema.

Y nado,

y bailo,

y me dejo llevar por la corriente de mis palabras.

Y algo sale.

Porque algo siempre sale.

De mi maremoto de sensaciones,

de mi corazón roto,

de mi cabeza enamorada del amor,

de mis turbulencias,

de mis impulsos,

de los insultos que me despierta la pasión.

Y entonces me detengo,

respiro,

escupo la incertidumbre instalada en la garganta

y me digo: 


“vas a escribir mucho.

Tanto hasta tener mil millones de textos flotando por ahí,

por las cabezas,

 por los libros,

 por cuánta pantalla se te cruce.

Vas a escribir sin importar cuántas veces te equivoques.

Vas a poetizar tantas cosas,

que cuando vuelvas a leerte,

más de mil poemas seguramente sean dignos de una edición

-incluso, de ser eliminados del mundo de las palabras-

Pero, mientras tanto,

vas a llorar, cantar, bailar, enojarte, pisotear,

no pegarle a ninguna métrica,

si es necesario.

Porque peca de idiota,

no quien tropieza,

sino quien no se consagra al ardor de la pasión

 solo por cobardía”.


Comentarios

Entradas más populares de este blog

Como quien muere como el resto

Cuánto queda para que me ames