Juliana Burgos es una promiscua más

“Porque hay millones de textos de amor, pero muy poquitos de respeto,” – Alejandra Martínez de Miguel Juliana se sienta de frente a un árbol, el más bello de la casa, el único que sabe escucharla. Lo mira y le sonríe, porque al fin encontró un masculino que extrañamente la oye. Será porque al árbol le faltan cuerdas vocales. -Si me preguntaras cómo me llamo, me gustaría decirte Juliana Burgos, a viva voz. Pero ni siquiera soy dueña de mi nombre. Me resultaría gallardo que pudieran decirme mujer florero. Al menos así me definirían con las palabras correctas. Tras un largo silencio y una opresión en el pecho, continúa: -No me gusta ser Juliana. No quiero ser Juliana. Quisiera ser Julián, para que me tengan aunque sea un poquito de respeto. Para que no me quieran por mi belleza. Para que sus cuerpos no demuestren ni un ápice de deseo hacia el mío. Una voz varonil le grita desde el zaguán. Lo oye, pero desearía ser sorda, para no acudir a sus órdenes. La vuelve a llamar y, ante...